Este martes se publicó una carta pública, firmada por académicos de varios países especialistas en economía y tecnología, declarándose contra los ataques de las grandes empresas de tecnología a la soberanía digital de los países, y de Brasil en particular.
Allí, figuras como el economista francés Thomas Piketty, Yanis Varoufakis -el efímero ex ministro de Finanzas griego-, el especialista turco en desigualdad Daron Acemoglu, la economista Mariana Mazzucato, la socióloga Shoshana Zuboff -autora de La era del capitalismo de vigilancia-, el ensayista bielorruso Evgeny Morozov, el canadiense Nick Srnicek, el experto en comunicaciones inglés Nick Couldry, Cedric Durand -autor de la tesis del tecnofeudalismo-, la jurista Renata Ávila y los argentinos Cecilia Rikap, Martín Becerra, Juan Martin Graña y Martín Guzmán, expresaron su «profunda preocupación por los continuos ataques de las grandes empresas tecnológicas y sus aliados a la soberanía digital de Brasil».
La disputa de Brasil con Elon Musk es sólo el último ejemplo de un esfuerzo más amplio para restringir la capacidad de las naciones soberanas de definir una agenda de desarrollo digital libre del control de las megacorporaciones con sede en Estados Unidos”.
El contexto de la carta es que a finales de agosto pasado, la Corte Suprema de Brasil prohibió a la Red X seguir operando en el ciberespacio brasileño por no cumplir con las sentencias judiciales que exigían la suspensión de las cuentas que instigaron a los extremistas de ultraderecha bolsonaristas a amotinarse y ocupar los palacios Legislativo, Judicial y de Gobierno en Brasilia el 8 de enero de 2023. Los firmantes valoraron que el presidente Lula da Silva haya dejado clara la intención de su gobierno de buscar la soberanía digital, reduciendo la dependencia de entidades extranjeras para datos, capacidades de IA e infraestructura digital, y avanzando en la promoción del desarrollo de ecosistemas tecnológicos locales.
Esto significaría obligar a las grandes empresas tecnológicas a pagar impuestos justos, cumplir con las leyes locales y rendir cuentas de los efectos sociales de sus modelos de negocio, que a menudo promueven la violencia y la desigualdad.
El texto divulgado subraya que los esfuerzos de los poderes Ejecutivo y Judicial brasileños han chocado con los ataques de Elon Musk y de líderes de extrema derecha como Javier Milei y Jair Bolsonaro, argumentando que los actos de independencia digital de Brasil serían «ataques a la democracia» y a la «libertad de expresión».
La carta dice: “Pero precisamente porque el espacio digital carece de acuerdos regulatorios internacionales y decididos democráticamente, las grandes tecnológicas operan como gobernantes, decidiendo qué debe moderarse y qué se promueve en sus plataformas. Además, X y otras empresas han comenzado a organizarse con sus aliados dentro y fuera del país para socavar las iniciativas que buscan la autonomía tecnológica para Brasil. En lugar de alertar a Brasil, sus acciones envían un mensaje preocupante al mundo: los países democráticos que buscan la independencia del dominio de las grandes tecnológicas corren el riesgo de ver sus democracias perturbadas, ya que algunas de estas empresas incluso apoyan a movimientos y partidos de extrema derecha”.
Por todas estas razones, el grupo de intelectuales ha puesto el foco en Brasil, que se ha convertido en el frente central del conflicto global entre las grandes tecnológicas y quienes buscan construir un entorno digital democrático centrado en el desarrollo social y económico.
Afirman que “las grandes empresas tecnológicas no sólo controlan el mundo digital, sino que también presionan y operan contra la capacidad del sector público de crear y mantener una agenda digital independiente basada en valores, necesidades y aspiraciones locales. Cuando sus intereses financieros están en juego, colaboran sin problemas con gobiernos autoritarios. Lo que necesitamos es crear suficiente espacio digital para que los Estados gestionen las tecnologías poniendo a las personas y al planeta por delante de las ganancias privadas o el control estatal unilateral”.
La carta pide apoyo a la búsqueda de soberanía digital de Brasil y exige que las grandes empresas tecnológicas cesen sus intentos de sabotear las iniciativas públicas destinadas a crear capacidades independientes en inteligencia artificial, infraestructura digital, gobernanza de datos y tecnología en la nube. Consideran que este tipo de ataques socavan no solo los derechos de los ciudadanos brasileños, sino también las aspiraciones más amplias de todas las naciones democráticas de lograr la soberanía tecnológica.
El grupo de intelectuales cierra su carta haciendo un llamado al sistema de la ONU y a los gobiernos democráticos de todo el mundo a apoyar estos esfuerzos en un momento crucial en el que es necesario desarrollar principios básicos de regulación transnacional para el acceso y uso de los servicios digitales en el marco de la ONU, al tiempo que se promueven ecosistemas digitales que pongan a las personas y al planeta por delante de las ganancias privadas, para que el campo de pruebas de las Big Tech que es hoy Brasil no se convierta en una práctica común en otros territorios.
Mientras tanto, Elon Musk continúa con su campaña de odio contra la candidata presidencial estadounidense Kamala Harris: tras el supuesto nuevo ataque contra Donald Trump en un campo de golf, el empresario sudafricano publicó en su cuenta X el mensaje: «¿Nadie está intentando siquiera asesinar a Biden/Kamala?». Posteriormente borró el mensaje. Quienes lo critican promovieron el hashtag #DeportElonMusk («deportar a Elon Musk») que se convirtió en trending topic en X pues consideran que el comentario es un llamado a asesinar al candidato republicano, que ya ha recibido varios ataques racistas por parte de Donald Trump.