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Adolfo Benjamin Kunjuk - Diario Personal

En este rincón digital, exploramos la vida cotidiana con un toque de ironía y humor sutil. Entre noticias y reflexiones, vas a encontrar historias que desnudan las contradicciones humanas, todo contado con la cercanía de una charla entre amigos. Desde lo absurdo de la tecnología hasta los grandes temas que parecen manejados por los que menos entienden, aquí las cosas se dicen como son, sin vueltas y con un guiño cómplice.

La cultura marxista de Riquelme y Chiqui Tapia | Opinión



El 15 de octubre se celebra el día de Santa Teresa y se la recuerda con un hecho inédito: murió entre el 4 y el 15 de octubre de 1582. Has leído bien. El papa Gregorio XIII decidió ajustar el calendario y el día siguiente fue el 15. Es decir, hay 11 días en nuestra historia que nunca existieron. Curioso. A veces el tiempo desaparece, algo con lo que todos hemos soñado alguna vez. Ese deseo eterno de ocultar por un momento ese inmenso exceso de realidad. Cabe preguntarse si el Papa Francisco no podría volver a ajustar el calendario y hacer desaparecer ese trozo de historia reciente, donde se extingue todo rastro de piedad y la figura humana deja de moverse. Esa maquinaria oficial de fieles, conversos y traidores que devora a un país entero sin pestañear.

Es curioso cómo en nuestro país se fusionan el lenguaje de la economía y el del deporte. Meses atrás, Riquelme se convirtió en un interlocutor relevante. Soltó una frase simple y revolucionaria: “El club es de los socios, no se vende”, dijo. No les cayó bien a los profetas del mercado. Es como si hubiera dicho que el Estado es de los ciudadanos y que no se vende. Una obviedad que en estos tiempos no lo es tanto. Y agregó algo más: “Boca no se privatizará”. Que es lo mismo, pero suena peor. La palabrita lo alineó inmediatamente, sin saberlo, con el llamado “marxismo cultural” (mencionado a menudo por la extrema derecha), enemigo de los valores de la sociedad occidental y del libre mercado, donde todo es susceptible de ser privatizado hasta la médula. Trump ya lo dijo: “El marxismo cultural lo impregna todo”. Lo volvió a repetir antes del debate con Kamala Harris, donde afirmó, sin ruborizarse, que los inmigrantes se comen a los perros americanos. Es cierto. En nuestro país, con el hambre que hay, hasta los nacionales están a punto de comerse a Murray, Milton, Robert y Lucas.

Consideran como “cultura marxista” todo aquello que alimenta la corriente progresista de dominación de las ideas, de las creencias, de la moral, de las artes, de la educación, del deporte. Sí, incluso del deporte. Por eso una simple elección en Boca se convirtió en un formidable campo de batalla donde enfrentar al enemigo. Fueron a por Riquelme sin darse cuenta de que, a esa altura, ya se había convertido en un símbolo inesperado de la resistencia popular. El actual presidente de Boca entendió que no sólo iban tras su cabeza sino también tras el corazón mismo del club. Y les plantó cara. Al final, tumbó a Macri y a Milei y le dio una cachetada al modelo, algo que cobra un valor relevante hoy cuando se está privatizando gran parte del Estado.

La inclusión de Juan Román Riquelme en la lista de “Chiqui” Tapia para su tercer mandato en la AFA dibuja un trasfondo de esperanza. Juntos afrontarán la gran batalla que se librará por el control del fútbol argentino. No es tarea fácil. La lista unida busca resistir la arremetida del gobierno nacional por institucionalizar las Sociedades Anónimas Deportivas. Ambos, sin saberlo, se han convertido para el gobierno en los nuevos enemigos “marxistas” del fútbol argentino.

Sabemos cómo manipulan y atacan los poderosos. Lo hacen bien. Está claro que son gente que sabe. No lo hacen solos. Los acompañan la justicia, los bancos, los medios de comunicación dominantes, los mercados, las empresas y las cloacas de la política.La verdad poco importa en este presente profundo que ya no consuela ni cobija, sólo raspa y hiere.

Periodista, ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón del mundo 1979

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