Cada kilómetro que recorre vehículos exploradores y satélites en Marte confirma que, en el pasado, el planeta albergó agua líquida en lagos y ríos. El territorio está lleno de líneas y profundidades con una morfología propia de rocas que vieron circular el agua. Para los expertos en el oxidado planeta, la pregunta correcta no es a dónde fue a parar el agua marciana, sino por qué ya no está presente.
La mejor hipótesis hasta el momento es que Marte ya no tiene grandes cantidades de agua porque perdió su campo magnético y, con él, su densa atmósfera. Sin esta capa de gases, cualquier líquido en la superficie se evapora y se pierde en el espacio, incluso cuando el planeta es capaz de alcanzar temperaturas suaves de 20°C en su punto más cálido.
Hoy, la búsqueda de agua y rastros de vida en Marte acapara la mayor parte de los recursos económicos y tecnológicos de las agencias espaciales. Sin embargo, algunos científicos han redirigido sus esfuerzos a investigar el paradero de esa atmósfera perdida. Creen que es poco probable que una capa de gases a escala planetaria desaparezca sin dejar rastro.
La atmósfera solicitada bajo las ruedas del vehículos exploradores
Según una reciente investigación del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), los restos de la atmósfera de Marte han estado delante de las cámaras todo este tiempo. Las partículas quedarían escondidas debajo de la arcilla que rodea el planeta. Su investigación fue publicada en un artículo reciente de Avances científicos.
La hipótesis de los dos Geólogos del MIT Dice que el agua se filtró en las rocas, desencadenando una lenta sucesión de reacciones químicas que, a su vez, extrajeron dióxido de carbono de la atmósfera de Marte para convertirlo en metano. Este último gas, además, puede permanecer en el regolito marciano durante miles de millones de años.
La idea está respaldada por un nuevo cálculo de la arcilla disponible en el planeta y en las “trampas de gas” que ya existen en Marte. En conjunto, el material de Marte tiene capacidad para contener hasta 1,7 bares de dióxido de carbono, es decir, el 80% de la atmósfera primitiva del planeta rojo. Mientras tanto, la esmectita es un mineral procedente de la Tierra que tiene una composición similar a la arcilla marciana que alberga carbono en su interior. “Sabemos que el proceso ocurre y está bien documentado en la Tierra. Y estas rocas existen en Marte. Así que simplemente intentamos unir los puntos”, explica Oliver Jagoutz, autor del estudio y profesor del Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias.
De comprobarse la hipótesis de la localización de los restos de la atmósfera, en el futuro será posible extraer el gas del suelo y transformarlo en elementos que le permitan sobrevivir en el espacio. “Basándonos en nuestros hallazgos en la Tierra, demostramos que probablemente se produjeron procesos similares en Marte, y que grandes cantidades de CO₂ atmosférico podrían haberse transformado en metano y secuestrado en arcillas. «Este metano podría estar todavía presente en Marte y tal vez incluso utilizarse como fuente de energía en el futuro», concluyó Jagoutz.