• Mié. Ene 15th, 2025

Adolfo Benjamin Kunjuk - Diario Personal

En este rincón digital, exploramos la vida cotidiana con un toque de ironía y humor sutil. Entre noticias y reflexiones, vas a encontrar historias que desnudan las contradicciones humanas, todo contado con la cercanía de una charla entre amigos. Desde lo absurdo de la tecnología hasta los grandes temas que parecen manejados por los que menos entienden, aquí las cosas se dicen como son, sin vueltas y con un guiño cómplice.

Ante el filo de la motosierra, otra vez el único escape es Ezeiza | Nueva fuga de cerebros en marcha: científicos repatriados ahora expulsados



La ciencia y la tecnología en Argentina probablemente enfrentan su contexto más difícil desde el retorno democrático. Si alguien en la comunidad científica tenía dudas sobre el trato que tendría el gobierno de Milei con los cerebros locales, ahora puede superarlas de una vez. Como en los años 90, en 2001 y en la era Macri, los investigadores del país, que se formaron en universidades públicas y que concentraron sus esfuerzos en brindar sus aportes en suelo interno, ya comienzan a irse. Cerebros en fuga, otra vez, para quienes la única salida que ofrece la gestión libertaria es Ezeiza. “Si a finales de 2015 había desinterés por la ciencia, lo que vemos ahora es un interés por destruirla directamente. Quieren que no hagamos ciencia, quieren que nos vayamos«, señala Alejandro Díaz Caroun científico repatriado en 2014 y que ahora regresa a Francia porque la Argentina no le ofrece posibilidades de futuro.

El de Díaz Caro es uno de los casos más relevantes pues, hace unas semanas, compartió su sentir a través de una publicación en redes sociales que se volvió viral. Ahora habla con Página 12, mientras empaca cajas y ultima los detalles de la mudanza. “Fui repatriado del Programa Raíces en 2014 y comencé a trabajar en la Universidad Nacional de Quilmes. Sin embargo, un año y medio después llegó el macrismo y comenzó la debacle y el desfinanciamiento de la ciencia. Desde ese momento hasta ahora siempre he estado subsistiendo de acuerdos y proyectos internacionales con otros países, pero ya no”.

Bajo el paraguas de “No hay dinero”, el gobierno limitó cualquier posibilidad de desarrollar investigaciones vigorosas. “Con la degradación del Ministerio a Subsecretaría, despidieron al personal administrativo que estaba a cargo de las relaciones internacionales. De hecho, este año dejaron de abrir convocatorias de colaboraciones con otros países. El dinero que se le exigiría al Estado es prácticamente nada, pero no les interesa”, comenta el experto en computación cuántica del Conicet y la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ).

Como refiere Díaz Caro, gracias al programa Raíces, impulsado por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, entre 2003 y mediados de 2016 se repatriaron 1.299 científicos, que fueron distribuidos en organismos públicos y privados. En aquel entonces, un promedio de 102 investigadores regresaban por año; De hecho, en diciembre de 2008 las Raíces se convirtieron en ley. Desde la asunción de Mauricio Macri, la caída fue abrupta. Las cifras muestran el lugar residual en el que se colocó ese plan durante la gestión de Cambiemos. En 2017 hubo dos repatriados y en 2018, cuatro. Si bien durante el gobierno de Alberto Fernández el área recuperó el rango de Ministerio que había perdido durante el macrismo y se relanzó el programa, en la actualidad, ante la motosierra de Milei, el escenario vuelve a tornarse gris para hombres y mujeres de la academia.

Repatriados y ahora expulsados

La próxima semana Díaz Caro partirá hacia Francia y se incorporará al Instituto Nacional de Investigaciones Informáticas, por un período de tres años, con posibilidades muy seguras de incorporarse definitivamente. A diferencia de Argentina, Francia valora los talentos científicos y los recluta, precisamente porque confía en que pueden contribuir al modelo de desarrollo nacional.

Hasta fin de año, sin embargo, pretende seguir impartiendo la Licenciatura en Informática en la UNQ, al menos de manera virtual. Tiene este interés, precisamente, porque los docentes de las universidades públicas, ante un escenario similar al de las ciencias, comienzan a elegir otros destinos. “El que no sale del país se va a la industria, al sector privado. Hay carreras que todos los docentes estamos perdiendo por la situación universitaria”.

La desgracia se nota en el tono del investigador que pronto emigrará. “Es muy difícil armar equipos y proyectos y luego tener que desarmarlos. Es remar en dulce de leche, tratar de arreglárselas todo el tiempo con lo que se puede es agotador en algún momento”. A continuación, Díaz Caro se refiere a que la ciencia y la tecnología en Argentina no lograron convertirse en política de Estado. Si bien hubo gobiernos que consideraron su importancia, el fomento de la producción de conocimientos locales suele estar sujeto a las administraciones actuales.

Pablo Manavella es otro de los casos emblemáticos. Es bioquímico formado en la Universidad Nacional de Córdoba, médico de la Universidad Nacional del Litoral y posdoctorado en Alemania. “En 2014 regresé a base de una ayuda que me brindó el Conicet en ese momento y me ayudó a cubrir los costos de restablecimiento en Argentina. Aunque no fue Raíces específicamente, el retorno que propuso fue muy similar”, comienza su relato el investigador principal del Conicet, quien se especializa en el estudio de los ARN pequeños, moléculas presentes en todos los organismos eucariotas (aquellos que tienen células con un núcleo definido). y una membrana que la separa del resto de la célula) que regulan muchos de los procesos fundamentales de la vida. Aunque se explora en plantas que sirven de modelo, el objetivo es entender qué sucede con los humanos, pues cuando estas moléculas no se controlan pueden generar enfermedades de todo tipo, como cáncer y diabetes.

Durante el tiempo que estuve en Argentina, después de la repatriación, me fue muy bien. He publicado más de 50 artículos, recibí premios nacionales e internacionales, mi laboratorio contó con financiamiento local y extranjero, incluido Max Planck y otras agencias, además soy editor en prestigiosas revistas del mundo científico”, afirma Manavella. Durante ese tiempo, de hecho, rechazó ofertas de transferencia en Alemania, Holanda y Francia, pero A partir de 2024 la situación se volvió insostenible y acabó mudándose a España, donde tiene un puesto en el Csic, el equivalente del Conicet en ese país.

“Salí de Argentina hace unos meses porque desde el trabajo tenía la sensación de que era muy difícil seguir con mi línea de investigación. La biología molecular vegetal es un área costosa y requiere tecnologías que estén a la altura de la tarea. Con el nuevo gobierno las cosas empeoraron notablemente: una tasa por un gran pict (Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica) no alcanza para prácticamente nada, son algo así como mil euros al año, algo ridículo para las cantidades requeridas.”, declara.

Y luego continúa: “Era obvio que la Ley de Financiamiento Científico (vigente desde 2021) no iba a ser respetada, por lo que el presupuesto que parecía esperanzador claramente iba a caer y eso terminó alejando a los jóvenes que, en definitiva, es lo que permite que los laboratorios funcionen”. El científico se refiere, en este sentido, a un “desamor” que afrontan los jóvenes investigadores respecto a la ciencia. Una distancia que fue provocada por las acciones -o la falta de ellas- del gobierno libertario.

Jóvenes promesas, jóvenes decepciones

El desarraigo se vuelve más difícil, especialmente cuando alguien sale del país no por decisión propia sino porque lo expulsan. El gobierno, que durante la campaña lo expresó abiertamente, empezando por la propuesta de eliminar el Conicet -aún está en el imaginario el “Conicet afuera” de Milei en diálogo con el periodista Jonatan Viale- o, sugiriendo su privatización, ahora propone una solución menos impactante. pero igual de dañino. De hecho, no hay mejor manera de limitar el potencial de un espacio que quitándole financiación. La invitación a salir es, para muchos cerebros argentinos, la única salida, con salarios que se deprecian cada mes y con jugosas oportunidades al otro lado del mundo.

Carolina Marvaldiuna médica de la UBA especializada en Ciencias de la Salud, específicamente en el área de reproducción y parto prematuro, cuenta su experiencia. “Llevo ocho años investigando, obtuve una beca de la Agencia cuando comencé el doctorado y luego una del Conicet para terminarlo”, relata. Sin embargo, luego se le cerraron varias puertas y tuvo que empezar a buscar opciones en el extranjero. “A partir de este año empezaré a trabajar en el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos”la principal agencia gubernamental en el campo en el que investiga Marvaldi. A partir de ahí seguirá explorando avances en el mismo tema, específicamente en patologías placentarias.

Quienes más sufren una situación adversa son los becarios porque, ante la falta de recursos del Estado, ven de primera mano cómo se beneficia su oportunidad de nutrir el currículo, principal capital simbólico de las personas que trabajan para pensar, experimentar y escribir. Si no pueden competir, deben buscar mejores direcciones. O, lo que muchos deciden: dedicarse a la industria y encontrar un lugar en el sector privado, aunque se formaron para investigar y llevan años concentrando sus esfuerzos en ello.

Argentina, tierra de desesperación

Lo ilustrativo del caso de Díaz Caro, Manavella y Marvaldi es que luego de salir de Argentina se incorporan a instituciones científicas de relevancia internacional. Al haber sido formado por la universidad pública, esta situación representa un síntoma de la calidad formativa del sistema. “Obviamente me gustaría volver. Me formé en el sistema público: desde el jardín de infancia hasta el doctorado. Lo que más deseo es poder volver, pero sabemos que en esta situación es un poco complicado.. Para poder seguir investigando en este contexto, lo único que me quedaba era irme”, explica Marvaldi.

“Fue una decisión muy difícil. Es muy difícil dejar el país que amo y el sistema científico que admiro. Los científicos argentinos son extraordinarios, ya que con lo poco que tienen hacen cosas increíbles. Por mi parte, Lo intentaré por un par de años y junto con mi familia tomaremos la decisión de radicarnos para siempre o regresar más tarde.”, señala Manavella.

Actualmente, con el Estado retirado, el sistema científico está desprotegido. No sólo se detuvieron los inicios de la Carrera del Investigador Científico en el Conicet, sino que uno de los organismos fundamentales en el financiamiento de proyectos del sector quedó atado de pies y manos: la Agencia Nacional para la Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación. La contradicción en el gobierno libertario es evidente: por un lado, desfinancia y expulsa a los científicos y, por el otro, se presenta como un atractivo polo de innovación para desarrollos como la Inteligencia Artificial y el aprendizaje automático. ¿Cómo pretende el gobierno convertir a Argentina en un hub tecnológico si despide sus recursos humanos? En concreto: ¿realmente quieren que el país se convierta en un nodo científico regional o sus intenciones son otras?

(correo electrónico protegido)

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