• Lun. Ene 20th, 2025

Adolfo Benjamin Kunjuk - Diario Personal

En este rincón digital, exploramos la vida cotidiana con un toque de ironía y humor sutil. Entre noticias y reflexiones, vas a encontrar historias que desnudan las contradicciones humanas, todo contado con la cercanía de una charla entre amigos. Desde lo absurdo de la tecnología hasta los grandes temas que parecen manejados por los que menos entienden, aquí las cosas se dicen como son, sin vueltas y con un guiño cómplice.

El traumatismo social generalizado | Los procesos que llevan a la pandemia en salud mental



Si no gritas viva la libertad,

humildemente,

Que viva la libertad no se grita.

Si no gritas viva la libertad

reír,

Que viva la libertad no se grita.

Si no gritas viva la libertad

Con amor,

Que viva la libertad no se grita.

Vosotros hijos de niños

gritas con desprecio

con ira, con odio

“Viva la libertad”.

Por eso no gritas

«Viva la libertad».

Pier Paolo Pasolini

La semana pasada íbamos a dar una charla con Alejandro Vainer en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Plata; Fue suspendido ya que la Facultad cerró debido a que un estudiante se suicidó lanzándose desde el techo. La terrible noticia causó una gran conmoción en nosotros y entre los estudiantes. A este hecho se sumó la circunstancia de dos suicidios ocurridos días antes en la Facultad de Medicina y Servicio Social.

Sin embargo, estos hechos no nos toman por sorpresa, ya que desde la revista topia Venimos trabajando en lo que podemos llamar una pandemia de suicidios en jóvenes y adolescentes (La pandemia silenciosa de los suicidios adolescentes, varios autores. Revista Topía N°98, agosto 2023). Si cada suicidio o intento de suicidio es una decisión trágica que refleja una historia singular, cuando afecta a muchos sujetos en un tiempo y espacio determinado debemos entender este singular desde un plural social y político que hay que describir.

Vamos a ver.

Actualmente, se afirman en el mundo nuevas formas de fascismo, alimentadas por enormes desigualdades sociales y culturales. El fracaso de los gobiernos socialdemócratas y las diferentes formas de progresismo han dado nueva vida a sectores de extrema derecha, creando diferentes formas de neofascismo que se adaptan hábilmente a las particularidades de cada país. El ascenso de la derecha reaccionaria es evidente como se destacó en la reunión de la internacional neofascista en España y hace unos meses en nuestro país en el Luna Park: uno de sus líderes reconocidos fue Javier Milei. Sin embargo, para la mayoría de los sectores del poder, que apoyan fervientemente sus propuestas neoliberales, hay varios Milei. Pareciera que hablar y ser aplaudido en los foros más reaccionarios del planeta nada tiene que ver con llevar adelante su propuesta neoliberal. Ni la misógina y antifeminista Milei; la antisocialista Milei; la negacionista Milei de los crímenes de la dictadura; Milei, admiradora de Bukele y de muchos otros derechistas. No podemos pensar que estas sean Milei diferentes ya que todas están mejoradas.

Seamos claros, si en esta primera etapa se logra algún equilibrio económico, que beneficie a los grandes grupos económicos, el fascista Milei está ahí para garantizar la permanencia del neoliberalismo. Como lo adelantaron las propuestas del vicepresidente Villarroel, el ministro de Seguridad Bullrich o el ministro de Defensa Petri.

De ahí que no pensemos que Milei sea una loca, una lunática. No, Milei es fascista. Es decir, Milei propone una política que potencia los efectos de la pulsión de muerte. De ahí que quienes trabajamos en la clínica, en el campo de la Salud Mental para potenciar los efectos de la pulsión por la vida, enfrentamos un problema ético-político con este gobierno..

Recordemos lo que dijo Freud cuando hizo un estudio con William Bullit sobre el presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson. En esta extensa obra, donde caracteriza al presidente Wilson –entre otras cosas– como narcisista y paranoico, escribe: “Locos, visionarios, víctimas de alucinaciones, neuróticos y lunáticos han desempeñado grandes papeles en todas las épocas de la historia humana”. … Habitualmente ha naufragado provocando estragos, pero no siempre… Son precisamente los rasgos patológicos de su personalidad, la unilateralidad de su desarrollo, el refuerzo anormal de ciertos deseos, la dedicación a un único objetivo sin una orientación crítica. sentido y sin restricciones, lo que les da poder para arrastrar a otros detrás de sí y superar la resistencia del mundo”.

Como podemos ver en este texto, Freud establece claramente que las características subjetivas de un gobernante no pueden ser una coartada para dar cuenta de los efectos que sus políticas producen en la sociedad. Decir que Hitler o Mussolini eran sádicos no explica la articulación del nazismo y el fascismo con las clases dominantes de sus respectivos países.

La política económica y social de Milei produce consecuencias en el sufrimiento subjetivo como efecto deseado y necesario para mantener la sumisión. La pobreza alcanzó a casi el 60% de la población, de la cual el 20% vive en la pobreza. Según un estudio de la OMS, en nuestro país “se observa sistemáticamente un deterioro en la calidad de vida de los argentinos, cuyos niveles de estrés, depresión y ansiedad afectan a 7 de cada 10 argentinos, lo que se sitúa entre los más altos. máximos de los últimos años”. Este efecto deseado -no sólo por razones económicas- apuntala la dominación de la sociedad ante la sensación de encontrarnos en un callejón sin salida disfrazado de ilusión sostenida por una esperanza pasiva, la esperanza de que algo va a suceder. cambiar. mágicamente Su consecuencia es el desarrollo de pasiones tristes: miedo, egoísmo, violencia destructiva y autodestructiva, depresión, etc.

Si el psicoanálisis plantea su especificidad al comprender los efectos de la realidad fantasiosa, hoy debemos incluir lo traumático que produce una cultura en el exceso de realidad que produce monstruos. Cuando hablo de exceso de realidad es para referirme a una realidad cuyo exceso impide la capacidad de simbolización, produciendo acontecimientos traumáticos que generan monstruos siempre que no sean del orden de las fantasías o del delirio. Por tanto, hablamos de un trauma colectivo, un trauma social generalizado que abarca a todos los sectores de la sociedad; donde, como siempre, los más afectados son los socialmente desfavorecidos.

Vivimos en un mundo desfigurado, un mundo que sentimos atravesado por la tragedia y que nos ha llevado a un sentimiento de vulnerabilidad y vacío. Sus consecuencias son múltiples. Uno de ellos son los procesos de desidentificación que dejan al sujeto en situación de indefensión.

Si hablamos de identidad tenemos que referirnos a identificaciones; Existen desde el nacimiento del sujeto desde las primeras identificaciones con un Primer otro significativo que posibilita la constitución de la psique. Estas identificaciones primarias conducen a incorporar rasgos y particularidades de esos otros al entorno familiar que forma para el bebé el primer espacio de apoyo libidinal, imaginario y simbólico para los efectos de la interacción pulsional. Luego, especialmente durante la adolescencia y la juventud, aparecen identificaciones secundarias que continuarán durante toda la vida. Cuando estas marcas únicas son compartidas por otros en un grupo de amigos, escuela, club, etc. aparece la dimensión de identificaciones colectivas que están ligadas a un cuerpo que instituye su subjetividad desde diferentes cuerpos: el cuerpo orgánico, el cuerpo instintivo, el cuerpo social y político, el cuerpo imaginario y simbólico. Desde esta perspectiva definimos el cuerpo como el espacio que da cuenta de los procesos de subjetivación. Desde aquí hablamos de la corposubjetividad como un entramado de tres espacios (el psíquico, el orgánico y el cultural) que tienen leyes específicas que producen la subjetividad; Por ello entendemos que toda producción de subjetividad es corporal dentro de una determinada organización histórico-social. En otras palabras, toda subjetividad da cuenta de la singularidad de un sujeto dentro de un sistema de relaciones de producción.

Desde este punto de vista, la identidad se incorpora a través del ámbito familiar, social y colectivo en un proceso permanente de hacer y rehacer; Por tanto, no podemos hablar de identidades constitutivas del sujeto ya que éstas dependen de la relación con los demás dentro de una cultura y del marco único en cada corposubjetividad. Así entendemos la dimensión corposubjetiva de la identidad.

Lo que predomina hoy son los procesos de desidentificación y desubjetivación ante la sensación de fragmentación de las relaciones sociales y de una civilización atrapada en los efectos de la pulsión de muerte.

Este trauma social generalizado -que se ha acentuado en este gobierno- con sus consecuencias en los procesos de desidentificación genera una pandemia en Salud Mental. Pandemia cuyo síntoma más dramático –entre otros- es el aumento significativo de los suicidios entre adolescentes y jóvenes.

Desde esta perspectiva, lo que predomina en esta política económica y social del gobierno es la fragmentación de las condiciones comunes de los trabajadores que genera desidentificación; la individualización de la economía cuyos efectos son el “sálvese quien pueda”; la disminución de las experiencias laborales donde se compartía espacio y tiempo, sustituidas por el trabajo virtual; el desmantelamiento de las instituciones de salud y derechos sociales, fortaleciendo la responsabilidad individual; el clientelismo de los planes sociales que genera una dependencia del poder político. Todas estas circunstancias dificultan la formación de un colectivo que genere una acción política duradera que permita la transformación de este régimen de acumulación. En consecuencia, debemos seguir sosteniendo que el problema de la alteridad es uno de los grandes desafíos de hoy.

Por ello, los procesos de corposubjetivación en la singularidad de cada sujeto son necesarios para comprender desde un punto de vista plural cómo el otro es la base de nuestra esperanza; mientras que el otro genera Eros. De ahí la importancia de crear espacios individuales, familiares, sociales y políticos en el encuentro con el otro para fortalecer la fuerza que produce comunidad.

Enrique Carpintero es psicoanalista, director de la revista y editorial Topía. Este texto está basado en el editorial de la revista Topía que se publicará en noviembre.

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