Comenzó una nueva edición del Premio Nobel y el primer galardón recayó en los científicos estadounidenses Victor Ambros y Gary Ruvkun, quienes ganaron el premio de Medicina, gracias al descubrimiento de los “microARN”. Se trata de moléculas muy pequeñas que juegan un papel clave en la regulación de los genes y que explican, por ejemplo, el desarrollo de diferentes tejidos del cuerpo. Sus avances podrían conducir al diseño de aplicaciones fundamentales en la lucha contra las enfermedades autoinmunes y el cáncer. Ambos investigadores recibirán 11 millones de coronas suecas, el equivalente a 1 millón de dólares.
En diálogo con Página 12Manuel de la Mata, investigador del Conicet en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias, explica en qué consisten los microARN. “Son moléculas de ARN muy cortas que se copian a partir de información encontrada en genes específicos, pero que no se utilizan para producir proteínas, a diferencia de los ARN mensajeros que normalmente se identifican con esta función.”. Y luego continúa con el detalle de su especificidad: “Lo que sí hacen es reducir la cantidad de proteínas producidas por los ARN mensajeros, que son moléculas más largas generadas también a partir de otros genes específicos. Lo logran porque los microARN tienen la capacidad de unirse de manera muy específica a los ARN mensajeros.”.
Sus contribuciones, realizadas por primera vez en un modelo de gusano. C. elegans, Iluminaron un nuevo enfoque para la regulación genética en organismos complejos como los humanos. Pero su impacto no fue inmediato: tras su descubrimiento y durante casi una década, la distancia entre lo que ocurría en los gusanos y los humanos llevó a que los miARN fueran concebidos por la comunidad científica como una particularidad de estos seres simples. . Sin embargo, con el paso del tiempo se supo que no era así, tanto es así que, como explicó la Fundación Nobel: “Ahora se sabe que el genoma humano codifica más de 1.000 microARN, responsables de una amplia gama de procesos, como la diferenciación de las células sanguíneas, las funciones musculares, las infecciones virales y la formación de tumores, entre otros.
Ambros (71 años) destaca como investigador de la Escuela de Medicina de Harvard y Ruvkun (72 años) hace lo mismo en el Hospital General de Massachusetts. Estos dos científicos, desde el punto de vista de De la Mata, “Generaron un cambio de paradigma muy importante porque agregaron complejidad a nuestro conocimiento sobre cómo ocurre la expresión genética. En definitiva nos dieron una respuesta más completa sobre cómo es. el proceso”.
Si bien existían dudas sobre qué campo de Medicina o Fisiología sería premiado en esta ocasión, ambos investigadores tenían muchas posibilidades de ser distinguidos. Ya se habían concedido otras medallas que podrían servir de antesala, como la Lasker a la Investigación Médica Básica o la Breakthrough for Life Sciences. Un dato nada despreciable a destacar: el Nobel en la materia se otorga desde 1901, reconoció a 227 personas y sólo 13 eran mujeres.
Misma información, diferente función
Entonces, ¿qué observaron Ambros y Ruvkun? El procedimiento es más o menos así: el ADN contiene genes o instrucciones genéticas; Las células elaboran copias llamadas ARN mensajeros de algunas de ellas, que se encargan de dirigir la producción de proteínas específicas. Ahí es cuando los microARN emergen y se unen a ARN específicos e impiden que funcionen. En definitiva, impiden que determinados genes se expresen en la célula. Hasta la fecha, ya se han identificado aproximadamente 2.500 microARN implicados en procesos biológicos esenciales.
“Todas y cada una de las células de nuestro cuerpo tienen la misma información genética y, sin embargo, hay células que son muy diferentes entre sí. La misma información contenida en las células se expresa de manera diferencial y entre los mecanismos que lo permiten está el que llevan a cabo los microARN, que hace que algunos genes se expresen y otros no.”, explica de la Mata. Y añade: “Cuando la regulación que llevan a cabo falla, pueden aparecer enfermedades, como las autoinmunes y el cáncer”.
Como señala el investigador local, aunque las células del cuerpo tienen la misma información genética en el ADN, son muy diferentes en forma y función. La variedad se explica por el proceso de expresión genética, un mecanismo sobre el cual los microARN ejercen un control preciso. “Nos ayudan a comprender cómo se produce el desarrollo de los organismos desde etapas embrionarias. La formación de órganos y tejidos, por ejemplo, depende de una regulación muy compleja de la expresión genética”.
Permiten una especie de “sintonía fina” porque realizan una labor de regulación que ocurre de manera muy precisa, durante el desarrollo de los organismos, así como durante la vida adulta, en la medida que permiten la adaptación de los seres a las condiciones de vida. su entorno.
Los aportes de la bandera, lo que pasó y lo que viene
Hay grupos en Argentina que intentan aprovechar los microARN como biomarcadores para el diagnóstico de enfermedades. Este es el caso de la empresa de base tecnológica denominada Oncoliq, liderada por las científicas Adriana De Siervi y Marina Simian, científicas del instituto Ibyme-Conicet y la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), enfocadas en la detección temprana del cáncer de mama en a partir de muestras de sangre. Destaca también el equipo que hasta hace muy poco coordinaba el científico Pablo Manavella, que realizó estudios en el mismo campo pero aplicados a plantas. Manavella es uno de los científicos repatriados en 2014 que este año volvieron a instalarse en España ante la falta de posibilidades de crecimiento que ofrece el gobierno libertario en Argentina.
Por su parte, Javier Palatnik, investigador del Consejo y director del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR, Conicet-UNR) ha realizado importantes aportes al campo de los miRNAs en el desarrollo vegetal. Desde la biología computacional en Santa Fe, el grupo liderado por Georgina Stegmeyer ha realizado investigaciones utilizando modelos computacionales; y también destaca el grupo de Pablo Wappner en el Instituto Leloir, que ha contribuido a cómo intervienen estas moléculas en la respuesta de los organismos ante la falta de oxígeno (hipoxia). Manuel de la Mata, por su parte, lidera desarrollos propios desde el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias del Conicet, que, a grandes rasgos, se centra en cómo los propios microARN que regulan los mecanismos de expresión génica, a su vez, también se eliminan de las células.
En 2023, la Academia Sueca de Ciencias había premiado en la categoría de Medicina a la bioquímica húngara Katalin Karikó y al investigador estadounidense Drew Weissman, quienes realizaron contribuciones vinculadas al estudio del ARN mensajero y fueron cruciales para el diseño de vacunas que frenaron la propagación del virus. SARS-CoV-2. Gracias a sus aportes en ciencia básica, el planeta logró contener una crisis sanitaria que podría haber sido de una escala mucho mayor.
El martes se entregará el Premio Nobel de Física, el miércoles el Nobel de Química, el jueves el Nobel de Literatura y el viernes finalmente será el turno del Premio de la Paz.
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