A pocos días de que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) publique el índice de precios al consumidor (IPC) de septiembre, mes que históricamente refleja aumentos en prendas de vestir y calzado por el cambio de estación, la Fundación Pro Tejer presentó un informe que muestra las causas del comportamiento del sector textil: los precios del sector acumulan, hasta agosto, subidas inferiores a las del resto de sectores; y esto no se produjo por mayores importaciones, sino por la fuerte caída del consumo.
Durante 2022, el aumento de la vestimenta significó una mención obligatoria en cada publicación mensual de inflación. De hecho, la categoría “Ropa y calzado” acumuló un incremento de 121 por ciento en el año, muy por encima del 95 por ciento que muestra la participación general. En 2023, empezó a estabilizarse: la categoría de ropa aumentó un 169 por ciento frente al 211 por ciento del aumento general de precios. Hasta agosto de 2024, la categoría “Ropa y calzado” acumuló un aumento del 61 por ciento respecto a diciembre de 2023, muy por debajo del aumento del IPC general, que fue del 95 por ciento.
La realidad muestra que la caída de precios en el sector textil no responde a una apertura comercial que haya abaratado las importaciones. Según datos de Pro Tejer, durante el período 2020-2023 las importaciones de manufacturas textiles crecieron a niveles récord, superando incluso a los registrados en los años de mayor apertura comercial. A pesar de esto, los precios subieron.
Sin embargo, en los primeros ocho meses de 2024, las importaciones cayeron un 33 por ciento en comparación con el mismo período de 2023, pero los precios también cayeron. Este comportamiento no se debe a un aumento de la oferta sino a una contracción del consumo interno, explicó la Fundación Pro Tejer en su informe. «Los precios bajan cuando baja el consumo interno, lo que se ve afectado por la pérdida de poder adquisitivo. La caída de las ventas se traduce en un aumento del coste unitario ya que los costes fijos deben prorratearse en menos unidades», afirman desde Pro Tejer. La fuerte pérdida de poder adquisitivo ha frenado la demanda, lo que, paradójicamente, estabilizó los precios de la ropa.
Brecha entre costo y precio
Una de las principales explicaciones del precio de la ropa es la gran diferencia entre el coste de producción en fábrica y el precio final en el mostrador. Según la Fundación Pro Tejer, El 75 por ciento del precio que el consumidor paga por una prenda de marca premium en un centro comercial está ligado a costos que nada tienen que ver con la producción nacionalpero con alquileres, costos financieros e impuestos, entre otros factores.
“Si desagregamos los principales impuestos nacionales, provinciales y municipales que se pagan a lo largo de toda la cadena, estos representan el 50,3 por ciento del precio. Los costos financieros, provenientes de pagos con tarjeta de crédito o promociones, representan el 12,2 por ciento del precio de venta de la prenda. Mientras que el alquiler del local en un centro comercial donde se vende el producto es del 12,7 por ciento”, afirman desde Pro Tejer.
En este sentido, la entidad destaca que el Índice de Precios Mayoristas (IPIM) refleja mejor el costo real de la producción local, ya que permite aislar los costos asociados a la comercialización. «El IPC mide el precio de la ropa al por menor en las tiendas comerciales. Es decir, incluye en el precio todos los costos no industriales que se trasladan desde la puerta de la fábrica hasta el lugar de venta. El IPC no discrimina entre productos nacionales e importados. Se basa en la estructura de consumo de 2004-05 (hace 20 años), por lo que mide principalmente los centros comerciales que tienen una mayor participación en las importaciones», dice el informe, que continúa: «La ropa es uno de los sectores con mayor participación». rango de precios y Esto se explica por su comercialización. El 75 por ciento del precio que paga el consumidor final por una camiseta de marca Premium en un centro comercial está ligado a costos que nada tienen que ver con la producción nacional, la rentabilidad de la industria. y la marca IPIM, “es un indicador más apropiado para analizar los precios de los productos textiles y prendas de vestir que se producen en el país. Permite aislar el precio en fábrica de los costos del comercio minorista».
Aunque la caída del consumo ha contenido los precios en 2024, la preocupación del sector se centra en el futuro. Los productores nacionales temen que, con una posible recuperación de la demanda interna y de los salarios reales, las importaciones crezcan y comiencen a desplazar la producción local. En este escenario, Pro Tejer insiste en la necesidad de una política comercial que garantice competencia justaincluyendo medidas antidumpingControles aduaneros más estrictos y la implementación de normas técnicas que garanticen la calidad y trazabilidad de los productos.