“Que vean la reunión que logramos tener”, dicen desde el escenario y no es para menos. El primer Encuentro de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales y No Binarias durante el gobierno de Javier Milei, prende fuego a Jujuy. Por el sol que chamusca las decenas de banderas llevadas desde todos los rincones del país, y también porque se inaugura en la misma playa donde hace un año se produjo el jujeñazo contra la Reforma Constitucional de Gerardo Morales: “Aquí mismo donde estás Al pisar, se desató esa cruel represión donde más de 100 personas fueron detenidas en 2023”, afirma Andrea Batalla, parte de la comisión organizadora.
Quieren que se sepa que pusieron alma y corazón en organizar un Encuentro, en medio de una profunda crisis económica y con los feminismos en el centro de las agresiones del gobierno.
“Nos subestimaron, pero aquí estamos”, afirman. Hay unas 20 personas en el escenario, la comisión está compuesta por casi 200. No pueden saltar al sonido de las canciones provenientes del público porque el escenario que montaron no era el que habían acordado. La noche anterior suspendieron la asamblea pero la Comisión Organizadora -independiente y autogestionada- lo resolvió igual: «Es más pequeña que la que teníamos preparada pero aquí estamos, pese a todo, les hacemos la Asamblea». Y la canción comienza de nuevo, intentan no saltar pero sus cuerpos se agitan en el traqueteo cuando gritan una y otra vez: “A pesar de todo, celebramos el Encuentro por ellos”.
Palos en la rueda
Los obstáculos aumentaron conforme llegó la fecha: Guillermo Marenco, secretario de Servicios Públicos, intentó ceder un espacio que ya había sido asignado a este Encuentro, a una actividad de Evangelistas. La gimnasia de la provocación es un recurso obligado cuando se reúne un grupo de feministas o cuando una influencer libertaria se cuela en una marcha contra los vetos de Milei.
“Milei, basura, tú eres la dictadura”, fue una de las primeras canciones que corearon pero siguieron más. El acto inaugural fue encendido y reafirma con contundencia que los transfeminismos no se reúnen una vez al año en algún lugar del país para denunciar sólo problemas de género o feminicidios, sino que transversalizan la lucha de manera cada vez más rigurosa.
Del pedido de libertad de Milagro Sala a la toma de las universidades. Las consignas que recorren el Encuentro denuncian la crueldad contra los pensionistas, la impunidad con la que murió Pedro Blaquier, el genocidio en Gaza, los travestis y feminicidios, el triple lesbicida de Barracas. Exigen el reconocimiento de los trabajadores comunitarios que están apoyando a los comedores populares, ponen en el centro la lucha por la tierra de las comunidades indígenas y siguen dando cuenta de todo lo que queda por delante en la lucha por el derecho a la vida legal, segura y gratuita. aborto ante un acelerado avance de los antiderechos habilitados por el gobierno.
Al inicio no faltó la ceremonia ancestral de las comunidades originarias, quienes realizaron varias ahumado para “llenar de energía el Encuentro”. Paola Coronel de Caspalá y Mariana Peralta de San Pedro explicaron la importancia de pedir permiso a los ancestros para quemar las flores: “La provincia de Jujuy está pasando por situaciones muy complejas, esto lo entenderán a lo largo del Encuentro”, dijeron desde el escenario
Llegar a Jujuy pase lo que pase
“Venimos de donde no teníamos que venir, porque teníamos que estar en Jujuy pase lo que pase”, dice Ruth Zurbriggen en el stand que las Socorristas en Red -feministas que acompañan a los abortos- instalaron en la Plaza Belgrano. Ese es el lugar donde todo sucede al mismo tiempo: una plaza iluminada entre ferias, rondas de debate, asambleas, comida. y un componente que nunca falta cuando suceden los encuentros: habitar una forma de vida, ponerle cuerpo y por unas horas hacer posible esa forma de vida. “Trajimos a cinco adolescentes, los padres son profesores y nos dijeron que tenían miedo de que hubiera algún escenario de represión. Les dijimos que los íbamos a cuidar, que si hay represión nos vamos”, explica Zubriggen, la líder de Socorristas, que ya tienen decenas de Encuentros a cuestas, sabe que llegar y vivirlo es el única manera de entenderlo. Por eso los trajo.
Durante todo el viernes nuestra respiración se sintió entrecortada, similar al cansancio que se siente cuando se llega al punto más alto de un cerro para poder contemplar el paisaje. En el caso de llegar a Jujuy, la dificultad tiene matices ligados a la economía y la cantidad de frentes de combate abiertos: “Un par se bajó al final porque estaban tomando las facultades y también hay que estar ahí”, dice un referente del grupo Las Rojas.
Algo similar ocurrió con la Asamblea de la Garganta Fuerte: llegaron más de cuarenta de las 112 asambleas que existen en todo el país. En tiempos en los que la comida está en los almacenes, quienes paran la olla son precisamente los trabajadores comunitarios de los barrios más pobres. Y no pueden abandonar el comedor así como el Estado abandona la entrega de alimentos: “40 años alimentando la democracia” decía el delantal de quien arengó a sus compañeros para decirles lo difícil que es sostener los comedores comunitarios en los barrios: “Trabajo comunitario salvado mi vida”, dice Lorena, de 21-24 Barracas. “Este trabajo que hacemos no sólo salva a familias que tienen hambre y que el Estado abandona, sino también a personas como yo que estamos pasando por una depresión muy grave y podemos salir de ella gracias al trabajo comunitario. Entonces el trabajo comunitario también apoya al compañero que el Estado abandona”, afirma Lorena.
San Salvador de Jujuy está ocupado, con más de 70 colegios llenos y con toda la capacidad hotelera colapsada y los micros que siguen llegando. Aquí no parece haber fuerzas del cielo, puro cuerpo y una agenda muy concreta la que se alza ante un gobierno que expresa todo lo contrario a lo que los feminismos realizan en su lucha histórica.