Octubre es el mes dedicado a la prevención del cáncer de mamauna enfermedad que se estima afecta aproximadamente a una de cada ocho mujeres a lo largo de su vida, y que, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), provoca la muerte de 100.000 al año sólo en América Latina.
Desde distintos ámbitos y con evidencias más o menos consistentes, se observa un ligero aumento de casos en mujeres jóvenes. El mes pasado, la Sociedad Estadounidense del Cáncer (ACS) mostró que entre 2012 y 2021, hubo un aumento del 1,4% de cáncer por año en mujeres menores de 50 años, en comparación con un promedio del 1% por año.. La tendencia no sólo se observa en Estados Unidos, sino también en otros países, como México y Argentina. «El cáncer de mama tiene una génesis compleja, de la que se conocen varios factores de riesgo: el estilo de vida, la obesidad, la historia reproductiva, la predisposición genética, y entender cuál de ellos puede haber impulsado los cambios que estamos observando en su epidemiología no es sencillo», afirma Francesca. Caumo, del Instituto de Oncología del Véneto (IOV), en Italia.
«Hasta la fecha, la incidencia de cáncer en mujeres de 45 a 50 años es comparable a la de aquellas de 50 a 55 años. No hay duda de que cada vez se presta más atención a los programas de prevención secundaria, pero incluso cuando se sopesa este factor, la El aumento, aunque ligero, persiste», sugiere Caumo.
¿Qué es el cribado del cáncer de mama en mujeres jóvenes?
La adherencia a los programas de cribado es un pilar fundamental en la prevención del cáncer de mama: someterse a pruebas de imagen como la mamografía, que generalmente se ofrece una vez cada dos años entre los 50 y los 69 años. Sin embargo, varios investigadores continúan analizando cómo hacer más efectivos estos programas de detección; La epidemiología de la enfermedad sugiere actuar incluso antes. Pero no es sólo el factor epidemiológico el que justifica la ampliación de los programas de detección en poblaciones jóvenes, también hay cuestiones biológicas. «Las mujeres más jóvenes tienden a tener mamas muy densas, es decir, ricas en estroma y tejido glandular. Esta característica por sí sola influye en el riesgo de cáncer, pero también actúa como un factor de enmascaramiento», destacan Caumo y su equipo en las páginas de la revista. Radiología Médica.
Por ello, la investigadora y sus compañeros del IOV están llevando a cabo el proyecto de Cribado Mamario Basado en Riesgos (Ribbs)un cribado mamográfico dirigido a mujeres menores de 50 años: «Necesitamos datos para saber si el cribado en mujeres más jóvenes sigue los mismos criterios que se aplican a todas las mujeres o si hay algo más».
Optimice el cribado con el proyecto Ribbs
Ribbs pretende comprender cuál es la mejor estrategia de prevención secundaria para mujeres menores de 50 años, no sólo en términos de eficacia, sino también de viabilidad y sostenibilidad. «El cribado es una herramienta de salud pública y sus beneficios aumentan si se puede ofrecer a toda la población elegible. De lo contrario, si no es sostenible o sólo afecta a una pequeña población, no puede considerarse viable».
Según el equipo, el punto de partida para saber cómo avanzar fueron las directrices europeas sobre cribado mamográfico. Para las mujeres entre 45 y 49 años, las recomendaciones generales, que no consideran el riesgo individual, son realizar una mamografía cada dos o tres años, debido a una relación costo-efectividad que probablemente favorece el cribado. El nivel de certeza al respecto se considera «moderado». «Intentamos trasladar estas recomendaciones a nuestro contexto, estratificando la población objetivo en función del riesgo y personalizando las intervenciones de detección», dice Caumo.