Los países deben reducir inmediatamente las emisiones anuales de gases de efecto invernadero (GEI) para evitar “picos catastróficos” de temperatura. Esta fue la contundente advertencia emitida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) durante la COP16.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) presentó el ‘Informe sobre la brecha de emisiones 2024’. El documento señala que los esfuerzos actuales para frenar la huella de carbono son insuficientes. Las emisiones de GEI crecieron a nivel global un 1,3% durante 2023. El aumento está por encima del 0,8% registrado en la última década. Los científicos advierten que la humanidad está cada vez más lejos de cumplir los compromisos medioambientales que evitarían un desastre climático.
Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, afirma que “ha llegado el momento crítico para el cambio climático. Necesitamos una movilización global a una escala y a un ritmo nunca antes vistos. Debemos empezar ahora mismo. De lo contrario, el objetivo de limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C pronto quedará muerto”.
La agencia de la ONU sugiere que, para prevenir este escenario, los líderes mundiales deben comprometerse colectivamente a reducir el 42% de las emisiones anuales de GEI para 2030, y el 57% para 2035. Asegura que deben establecer políticas y mecanismos locales para adaptarse. al cambio climático, garantizar los fondos necesarios para implementar estas medidas y actualizar sus estrategias cada cinco años.
El informe del PNUMA señala que, si esto no sucede, el planeta podría experimentar «un inevitable y catastrófico aumento de temperatura de 3,1°C» con respecto a la era preindustrial. António Guterres, secretario general de la ONU, afirma que en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29), que se celebrará el próximo mes en Bakú, Azerbaiyán, se deben presentar planes nacionales realistas y decisivos para contrarrestar la situación «Estamos tambaleándose». una cuerda floja planetaria. brecha de emisiones o nos apresuramos hacia un desastre climático, donde los más pobres y vulnerables serán los que más sufrirán. Ha comenzado la cuenta atrás para tomar medidas”, subraya.
Andersen afirma que la tecnología será de gran ayuda para lograr las reducciones de GEI proyectadas para 2030 y 2035. Agrega que acelerar la transición hacia energías limpias es vital para cambiar el curso de la crisis climática y cumplir con las convenciones del Acuerdo de París.
El análisis del PNUMA destaca que existe una posibilidad “significativa” de reducir las emisiones en hasta 32 gigatoneladas (Gt) de dióxido de carbono (CO2) de aquí a 2030. Esto representaría cerca del 50% de los efluentes reportados el año pasado. El trabajo también muestra una oportunidad para mitigar la inyección de carbono a la atmósfera en 41 Gt para 2035. Ambos escenarios ayudarían a alcanzar el umbral de 1,5°C.
“Un mayor uso de la energía solar fotovoltaica y eólica podría contribuir con el 27% de la reducción total en 2030 y el 38% en 2035. Además, la conservación de los bosques podría proporcionar alrededor del 20% de las reducciones necesarias”, según cálculos de la ONU. La organización agrega que la optimización de la eficiencia energética, la electrificación de diversos sectores y el uso de combustibles verdes en el transporte y la industria también serían estrategias para contrarrestar el avance del cambio climático.
Pese a ello, el estudio dictamina que “para realizar incluso una fracción de ese potencial se requerirá una cooperación internacional sin precedentes y un enfoque integral por parte de los gobiernos, centrado en maximizar los beneficios socioeconómicos y ambientales”.