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Adolfo Benjamin Kunjuk - Diario Personal

En este rincón digital, exploramos la vida cotidiana con un toque de ironía y humor sutil. Entre noticias y reflexiones, vas a encontrar historias que desnudan las contradicciones humanas, todo contado con la cercanía de una charla entre amigos. Desde lo absurdo de la tecnología hasta los grandes temas que parecen manejados por los que menos entienden, aquí las cosas se dicen como son, sin vueltas y con un guiño cómplice.

Una reflexión sobre el amor humano, que no descuida lo social | Cuarta encíclica de Francisco



“Él nos amaba” es el titulo en español (“Dilexítenos”en latín)del La cuarta encíclica de Francisco, un documento de 46 páginas en 5 capítulos y 220 párrafos, sobre “el amor humano y divino del corazón de Jesucristo”. fechado en el Vaticano el 24 de octubre de 2024 “duodécimo de mi Pontificado”. se trata de un reflejo de carácter expresamente espiritual y religioso en el que Jorge Bergoglio retoma la devoción católica popular al Corazón de Jesús para reivindicar esa manifestación, ponderarla en la tradición de la Iglesia, destacando las aportaciones de teólogos y filósofos, pero también de sus predecesores en el pontificado, especialmente de aquellos que hoy se le reconoce como San Juan Pablo II.

Designado por sus críticos como “excesivamente social” El Papa revela en este texto su impronta devocional. Algo que también se dice explícitamente en uno de los párrafos de las conclusiones. “Lo expresado en este documento nos permite descubrir que lo escrito en las encíclicas sociales Laudato sí’ y Fratelli tutti no es ajena a nuestro encuentro con el amor de Jesucristo, ya que bebiendo de ese amor nos volvemos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de cada ser humano y de cuidar juntos de nuestra casa común” (217), sostiene ahora Bergoglio como respuesta indirecta a quienes señalan lo anterior .

Acción misionera

Pero al mismo tiempo, bajo el título “La misión de enamorar al mundo”, Francisco recuerda que en la acción “misionera” de la Iglesia se debe construir también “una sociedad de justicia, de paz y de fraternidad” ( 206). Sin abandonar el estilo de “diálogo” permanente con la vida cotidiana que Francisco aún mantiene en este texto claramente espiritual, el Papa recuerda que “Hoy todo se compra y se paga, y parece que el sentido de la dignidad depende de las cosas que se consiguen con el poder del dinero”.”. Por eso, dice, “sólo necesitamos acumular, consumir y distraernos, prisioneros de un sistema degradante eso no nos permite mirar más allá de nuestras necesidades inmediatas y mezquinas”. Y sostiene que “el amor de Cristo está fuera de ese engranaje perverso y sólo él puede liberarnos de esa fiebre donde ya no hay lugar para el amor gratuito” (208).

En la parte inicial de la encíclica, Francisco justifica el significado del documento publicado coincidiendo con la clausura de las sesiones del “sínodo de la sinodalidad” que reunió a obispos, religiosos y religiosas, laicos y laicos de toda Roma para tres semanas. el mundo para debatir temas que configuran la vida de la comunidad católica. Francisco sostiene que “En este mundo líquido es necesario volver a hablar del corazón, señalar hacia donde cada persona, de todo tipo y condición, hace su síntesis.; allí donde los seres concretos tienen la fuente y la raíz de todos sus demás poderes, convicciones, pasiones, elecciones” (9).

Sin perder de vista, afirma el Papa, “nos movemos en sociedades de consumidores seriales que viven al día y dominados por los ritmos y ruidos de la tecnología, sin mucha paciencia para llevar a cabo los procesos que requiere la interioridad”. Por eso, continúa argumentando, “en la sociedad actual el ser humano ‘corre el riesgo de perder su centro, el centro de sí mismo’”.

«El hombre: perturbado y dividido»

“Falta corazón”, reflexiona Bergoglio, porque “el hombre contemporáneo se encuentra a menudo perturbado, dividido, casi privado de un principio interior que genera unidad y armonía en su ser y en sus acciones. Desgraciadamente, modelos de comportamiento bastante difundidos exasperan su dimensión racional-tecnológica o, por el contrario, su dimensión instintiva”. Y Francisco continúa diciendo que “necesitamos que todas las acciones estén bajo el ‘dominio político’ del corazón, para que la agresividad y los deseos obsesivos se calmen en el bien mayor que el corazón les ofrece y en la fuerza que tiene contra los males. .” (13).

También hay espacio para recordar que “en la época de la inteligencia artificial no podemos olvidar que Para salvar al ser humano se necesita poesía y amor”. Y basándose en ejemplos de la vida cotidiana, tal vez recuerdos de su propia infancia en Argentina, Bergoglio dice que “Lo que ningún algoritmo podrá acomodar será, por ejemplo, ese momento de la infancia que se recuerda con ternura y que, aunque pasen los años, sigue ocurriendo en todos los rincones del planeta”.”. Francisco señala que “podría nombrar miles de pequeños detalles que sustentan las biografías de cada uno: hacer sonrisas con un chiste, calcar un dibujo a la luz de una ventana, jugar el primer partido de fútbol con una pelota de trapo, cuidar lombrices en un caja. de zapatos, secar una flor entre las páginas de un libro, cuidar un pajarito que se ha caído del nido, pedir un deseo al arrancar las hojas de una margarita. Para concluir que “todos esos pequeños detalles, lo ordinario-extraordinario, nunca podrán estar entre los algoritmos. Porque el tenedor, los chistes, la ventana, la pelota, la caja de zapatos, el libro, el pájaro, la flor… se sustentan en la ternura que se guarda en los recuerdos del corazón” (20).

En cuanto al nivel de los conflictos en el mundo, Francisco también dice que “al ver cómo se suceden nuevas guerras, con la complicidad, la tolerancia o la indiferencia de otros países, o con meras luchas de poder en torno a intereses parciales, podemos pensar que La sociedad mundial está perdiendo el corazón.”. “Bastaría mirar y escuchar a las ancianas –de las diferentes partes en conflicto– cautivas de estos conflictos devastadores”. y –señala– “es desgarrador verlos llorar por sus nietos asesinados, o escucharlos desear su propia muerte porque se han quedado sin la casa donde siempre vivieron (…). El recurso de decir que la culpa es de los demás no soluciona este drama vergonzoso. Ver llorar a las abuelas sin que resulte intolerable es señal de un mundo sin corazón(22), expresado a modo de denuncia.

También hay palabras sobre el “pecado” y su carácter “social”, y también sobre el valor y la importancia de pedir perdón. Para Francisco, a cada pecado individual se le puede atribuir “el carácter de pecado social” porque constituye siempre “una agresión directa al prójimo” (183) que a menudo “termina por consolidar una estructura de pecado” y que, inserta en “una mentalidad dominante que considera normal o racional lo que no es más que egoísmo e indiferencia”, puede definirse como “alienación social” (183).

(correo electrónico protegido)

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