En la presentación del DT Fernando Gago en La Bombonera, Boca fue una tormenta de emociones, como viene sucediendo últimamente. Aplausos varios, asombro ante el arco rival, un par de “Muévete Boca, muévete”, insultos, pitos, desahogo por el empate y nuevamente los insultos. Es casi confuso. Es que al final del empate 1-1 ante el Deportivo Riestra del Ogro a Fabbiani le pasó de todo, terminando con una brillante parada del chico Brey, quizás la única de su partido.
Fue tan cambiante la historia que, por ejemplo, Pol Fernández pasó de los pitos fulminantes a los aplausos ensordecedores tras ser expulsado por una patada para cortar un contraataque. Otro caso se produjo tras el pitido final: mientras buena parte del estadio entonaba el himno de guerra «jugadores, a ver si os dais cuenta…», otros se despedían del equipo con aplausos.
En la previa, la epopeya romana registrada la semana pasada en Rosario, con clasificación coparia incluida, se saldó con numerosas ovaciones para Brey en La Bombonera. Los aplausos se explican en gran medida por los cuatro penales atajados y un poco -y no tan poco- como una indirecta a Chiquito Romero, que fue pitado cuando se mencionó su identidad por los altavoces.
El medidor de aplausos también se volvió interesante por la presentación de Gago en su casa, así lo rezaba la bandera que se exhibía desde una platea con la imagen pixelada y con la boca abierta del DT: «Bienvenido a tu casa, Fernando». El técnico, que había dirigido sus dos primeros partidos fuera de La Boca, fue muy bien recibido.
Si Gago pareció un poco sorprendido ante la imagen de la bandera, su incredulidad debió ser mucho mayor cuando sobre el minuto 15 Riestra inventó un golazo para poner el 1-0. El mediocampista Brian Sánchez detuvo un pase alto con el pecho y lo colocó sobre un Brey adelantado para bailar una samba brasileña de celebración como si fuera el mismísimo Ronaldinho. La definición, por cierto, era digna de ese 10.
El «Muévete Boca, muévete. Muévete, deja de joder» sonó fuerte mientras el equipo de Gago no encontraba la manera de volver al partido, con muchos toques intrascendentes. Eso sí, cuando pudieron crear peligro, se toparon con la figura en el campo. Ignacio Arce, portero de Riestra, es uno de esos jugadores que aportan al espectáculo con tremendas paradas, hermosos tiros y actitudes de carácter, para bien o para mal.
Con poco en el banco para emocionarse, Gago finalmente encontró a su salvador en Saracchi. El uruguayo mandó el centro del empate para que su compatriota Cavani lo empujara lo justo para gritarlo con alma y vida. Entonces, lo dicho. Podría haber sido para cualquiera y eso no pareció gustarle a los fans.