• Dom. Mar 16th, 2025

Adolfo Benjamin Kunjuk - Diario Personal

En este rincón digital, exploramos la vida cotidiana con un toque de ironía y humor sutil. Entre noticias y reflexiones, vas a encontrar historias que desnudan las contradicciones humanas, todo contado con la cercanía de una charla entre amigos. Desde lo absurdo de la tecnología hasta los grandes temas que parecen manejados por los que menos entienden, aquí las cosas se dicen como son, sin vueltas y con un guiño cómplice.

Una navidad maradoniana en un bar porteño | Un club de fans celebró la víspera del natalicio de D10S con ritual navideño



En las primeras horas de la noche, los fieles de Maradon se acercan desde todas direcciones al bar porteño que el 29 de octubre -la víspera del natalicio de D10S- se convierte en templo. Están todos parados afuera, en la acera: Varios visten la camiseta azul de la selección nacional en el día más glorioso de la carrera del ídolo, cuando apareció la «mano de Dios» contra Inglaterra. Están planchados, como nuevos.

Los seguidores de Diego prometen una noche llena de milagros: la Navidad siempre trae sorpresas. Las expectativas son altas y la organización precisa en vísperas de un nuevo aniversario del nacimiento del héroe: la familia maradoniana está preparada.

El mito cuenta que Diego Armando Maradona nació el 30 de octubre de 1960 en el Hospital Evita de Lanús. El bestial repertorio de hazañas que logró durante su vida traspasó fronteras. Y incluso antes de su muerte, Los devotos del ídolo popular lo inmortalizaron en esta celebración anual que conmemora su natalicio.

La primera ceremonia se realizó en 2013: cinco amigos se reunieron en una casa para comenzar la tradición que once años después sigue viva. Tomás Turdo, Francisco Licciardone, Guillermo Brandauer, Nicolás Jayat y su hermano Agustín fueron los primeros en pertenecer al selecto grupo de maradonianos que se reúnen año tras año para celebrar a su Dios. No forman parte de la llamada Iglesia maradoniana.

“Ahora somos unos 50. Empezó como algo tranquilo, pero fueron pasando los años y cada vez se fue sumando más gente. Quizás no todos puedan entrar. A mucha gente le gusta Maradona, pero aquí somos nosotros los apasionados«, cuenta Nicolas Jayat Página/12 en medio de una ronda de anécdotas sobre las Navidades pasadas.

“Tengo más fotos de Maradona que de mi familia” dice Alejo García mientras agarra una porción de pizza con una mano y una cerveza con la otra. Han pasado siete años desde su primera Navidad. Señala que en el grupo de WhatsApp siguen enviando videos de Diego y de inmediato asegura: “Lo amo. Era un tipo que lo tenía todo y nunca olvidó sus raíces. Muchos lo siguen por su atletismo, pero para mí lo supera. «Él siempre estuvo con los buenos, en el lado correcto de la vida».

El exterior del bar se llena de maradonianos que, con sus camisetas, gorros y gorras mullidos, se funden en un mar de azules, celestes y blancos. Más allá del color distintivo, La manera exagerada en que mueven los brazos y se tambalean al hablar, los delata como argentinos.

Hacia las 21 horas, los ojos de los fieles se abren de par en par y anuncian la primera sorpresa de la noche: En medio de la cuadra aparece. De figura robusta, barba descuidada y largos rizos salpicados de canas, tiene un reloj en cada muñeca y el Mundial en las manos: es el clon de Diego Maradona que siempre está en La Boca posando para los turistas. Se llama Ricardo González y llevaba una vida normal, hasta que se le paralizó la mitad de la cara, ganó un poco de peso y empezó a vestirse con ropa deportiva: descubrió que lo empezaron a parar en la calle creyendo que era Maradona. Entonces decidió trabajar como D10S. Cuenta que en el último festejo del Mundial en el Obelisco la gente se le abalanzó y apareció en la portada de Crónica. “Lo que genera Maradona es una locura. Para mí es sagrado”, asegura «el Dieguito» a Página/12después de saltar en el pogo que se instaló al llegar.

«Messi es el mejor, pero Maradona es el mejor». Con la pulga está todo más que bien, es espectacular, pero sólo tienes un «amor de tu vida», y el mío es Diego”, dice Francisco.

El grupo se sienta frente al templo, en la acera, en una hilera de mesas preparadas. Dentro del bar, una muestra de fotografías retrata a Diego en todas sus etapas, en sus muchas vidas. En un rincón del bar hay una camilla y un tatuador: Lupe deja la marca del 10 en la piel del dispuesto devoto. El cuerpo de los asistentes a esta Navidad luce tatuajes con el rostro, la firma y el número mágico, algunos muy claros, otros desgastados por las décadas. Un hombre se levanta los shorts para mostrarles a todos la historia completa de Víctor Hugo Morales grabada con tinta negra en su pierna.

“¡Bienvenido maestro! ¡Qué noche tan esperada! Dos maradonistas saludan al hombrecito, sonriente y canoso, que llega a la esquina de Scalabrini Ortiz: es uno de los apóstoles de Maradona. Nadie mejor para contar las míticas crónicas del 10 que Miguel Di Lorenzo, mejor conocido como “Galíndez”.

El histórico masajista y fisioterapeuta de la Selección en los Mundiales de 1986, 1990 y 1994 -íntimo con el mejor jugador de todos los tiempos- se sienta a sus 80 años en una mesa de bar: rodeado de seguidores atentos a sus cuidados y a sus palabras, Muestra decenas de historias que vivió con quien llama «mi hermano».

“¿Qué puedo decirte? Esto es una celebración, hay alegría, hay amor, hay cariño. Pero tambien hay tristeza. Lo llevo conmigo todos los días, tengo una foto grande en casa y lo saludo por las mañanas. Hoy, por ejemplo, dije «feliz cumpleaños». La verdad es que Sus últimos momentos me dejaron un sabor muy amargo.Esa reunión que tuvo lugar cerca de él fue toda una basura. Pero bueno, con él no podías estar cara de culo porque te retaba, así que hoy tampoco vamos a ser así».Galíndez cuenta Página/12.

Inés y Lucía son primas y ambas tienen treinta y tantos años. Comenzaron en Navidad con Maradona ya fallecido y aquí encontraron “un refugio para el dolor que significa su partida, y una fiesta para celebrar lo que fue su vida”. “Ahora habría una fiesta con todo lo que está pasando. Saldría y se quejaría como loco y pondría apodos increíbles. Creo que lo que más me duele es eso: saber que no va a hablar más”, dice Lucía.

Para instalar un santuario móvil, los fieles cuelgan paños de colores con la figura del ídolo. De un lado, todavía sosteniendo su cerveza, con los codos apoyados en la mesa y con una media sonrisa en el rostro, Matías Verá Torres explica su teoría: “Lo que hicieron Jesús y Maradona fue casi lo mismo. La diferencia es que uno jugaba al fútbol y el otro era político. Jesús transformó el agua en vino, sí claro, pero Maradona marcó un gol con la mano, eso también es magia. Son pocos los que movilizaron a tanta gente y estos muchachos conquistaron el mundo”.

Uno de sus devotos, Rodrigo Mondragón, dice que no defiende a Maradona por la pureza de sus acciones. Se maravilla de la imperfección humana con la que despertó profundas emociones en argentinos y extranjeros.

— ¿Qué significó Diego para ti?

— Toca una fibra sensible en mí que nadie más toca. Amo a Diego Cebollita, el que rompió todo, el que salió de la nada y lo conquistó todo. El mundo suele ofrecerte poco, pero de repente aparece un Maradona para traerte alegrías. Cuando no teníamos nada, teníamos a Diego.

“¿Lo viste? Andad por ahí”, advierte Matías al grupo sentado en la mesa. El artista principal de las Pastillas del Abuelo se cuela entre el público portando su guitarra y un fernet. Piti Fernández vino a Navidad por recomendación de Hernán. No todos sabían que el mítico”sensei« de las canciones formó parte del elenco estable de los devotos admiradores de 10.

“Conocí a Diego en dos ocasiones”, cuenta el cantante argentino Página/12-; una vez cuando nos invitó a su casa después de haber escuchado la canción que le dedicamos. Y el segundo en la cancha de Huracán, donde terminamos saltando abrazándonos, quejándonos de los ingleses. Para insultar a los ingleses, los mejores fueron Perón, Iorio y Diego; y me fui con el privilegio de haberlo hecho al lado del 10”. De ese día tiene un recuerdo que lo pone patas arriba: “’Dos potencias se saludan’, me dijo el delirante al abrazarme. “Usó la frase que le dijo Gatica a Perón”.

El Piti da a conocer que han escrito una obra conceptual de 12 canciones cronológicas sobre la vida futbolística de Maradona separadas por Mundiales. “En su momento tuvimos la oportunidad de mostrárselo y nos devolvió un audio con la voz entrecortada agradeciéndonos”, relata. Y se hace una de esas pausas que hacen falta para poder continuar de lleno. “Aún no han sido grabados ni compuestos, por ahora sólo queda el trabajo escrito que realizó Beto, un amigo recolector de basura. Seguramente esto lo estrenaremos 10 años después de la ausencia de 10. Llevamos cuatro, así que dentro de seis años lo presentaremos”, completa.

Llegan las doce de la noche y cincuenta fanáticos de Maradon bloquean la calle. Maradona cumple 64 años. “Pelusa era fanática de los petardos”, explica Paulo mientras enciende el fuego pirotécnico. Los ruidos y colores invitan a los vecinos de Villa Crespo a sumarse a la celebración: un padre y su hija salen de un balcón a agitar sus camisetas y en la esquina opuesta dos niños animan a los 10 hinchas que saltan en plena calle.

Adrián Castelnuovo se encarga de entregar los regalos y dice: “Puede que no le gustes a todo el mundo, pero los hinchas del Pelusa vamos por el mundo. “Él es la fuerza motivadora que nos reúne hoy aquí y nos hace abrazarnos con alegría”. Y comienza el intercambio por el método del amigo invisible.

La noche va terminando y los fieles rodean las guitarras de Piti y del futbolista y cantante argentino Héctor Bracamonte. “Y saltó Jesucristo, festejando la hazaña del señor Díez y su alteza”, cantan para finalizar la noche. El día santo comienza cuando Argentina hizo suyo al pibe de Fiorito.

Entre regalos y abrazos, los devotos se relajan para regresar a casa. Ha comenzado un día santo, pero no un día festivo. El último maradoniano, aferrado a la noche de alegría, sale del bar a las cinco de la mañana y se lleva todas las anécdotas del encuentro.

Informe de Lucía Bernstein Alfonsín.

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