Con la reelección de Donald Trump, el sistema político estadounidense acaba de salir de la incertidumbre preelectoral. Va hacia otro tipo de incertidumbre más trascendental que se revelará, como diría Maquiavelo, “sólo con el tiempo lo sabremos”.
Entrar en consideraciones sobre la gestión futura puede basarse en suposiciones del primer mandato presidencial de Trump. Dado que este tipo de ejercicio es manifiestamente conjetural, es más preferible analizar las causas originales a partir de la abundante literatura que se refiere a explicaciones del nacimiento del fascismo en Europa en el período entre las dos guerras mundiales. Explicaciones que no son mis aprobaciones. En cualquier caso, son responsabilidad de los autores cuya enumeración sería muy larga.
Sólo mencionaré al primero, Juan Linz, un austriaco criado en España que fue profesor en la Universidad de Yale ya que se le atribuye ser el primer estudioso que hizo una conexión significativa con el contexto más amplio de los regímenes de transición y ruptura democrática con quien conocí. Habló sobre el tema en Yale en 1980. Ambos temas son y fueron de gran relevancia para la política argentina hace 44 años y todavía merecen ser sopesados hoy.
Se dan explicaciones más recientes con una profundidad encomiable. Dr. Jeremy St. Clair el 11-06-2024horas después de la reelección de Trump en un ensayo titulado “Crónica de una derrota anunciada” en el blog Counterpunch que dirige.
St. Clair culpa a la candidata derrotada, Kamala Harris, de carecer del coraje necesario para distanciarse del presidente Biden. Como argumentó convincentemente Santiago O’Donnell el 11-04-24 en este periódico, no convenció a suficientes votantes, ni les dio explicaciones sustanciales y creíbles sobre en qué se diferenciaba y qué políticas abandonaría.
Los temas importantes según los entrevistados en las encuestas se referían a la economía: “es la economía, estúpido”, como señaló Clinton hace décadas. Harris no pudo desligarse de Biden, que apoya el genocidio de los palestinos en Gaza y enviará cientos de millones de dólares a Ucrania e Israel, en dos guerras eternas que no afectan a los intereses estadounidenses.
En Obama, que hizo campaña por Harris, no dio dinero a quienes se quedaron sin hogar en 2008, No procesó ni encarceló a ningún banquero que se enriqueciera con los subsidios que Obama negó a los trabajadores, afrodescendientes y latinos. No sólo perdieron sus hogares, sino que se sintieron y sienten amenazados por los 62 millones de inmigrantes o descendientes de inmigrantes que habitan legal o ilegalmente en Estados Unidos. Trump habla con un mensaje hiperbólico. Obviamente ningún sector latino se sintió afectado por las referencias peyorativas a los latinos o caribeños.
Si se trata de englobar a segmentos de la población estadounidense insatisfechos con las elites progresistas, en su mayoría demócratas, es que los salarios se han estancado desde los años setenta, hace 50 años. Así, la mayoría de los jóvenes blancos dejaron clara su marcada predilección por Trump. Lo mismo ocurrió con la población negra y de origen latino en marcado contraste con las preferencias de 2016 y 2020.
A Harris no sólo le faltaba coraje. No tenía sentido político. A pesar de ser mujer, Harris no abordó la cuestión de su género, contrariamente a la narrativa habitual de Hillary Clinton en 2016 y sobreestimó la importancia de la población femenina que concede una importancia crucial al derecho al aborto.
Todo lo que podía salir mal para Harris salió mal. No hubo internas, simplemente se aclamó. Como también aconsejó Macchiavello, “nada debe dejarse al azar”. Harris parece estar de acuerdo. Desde que se supo en las primeras horas del día 6 que incluso había perdido la mayoría popular (Trump 49,7% versus Harris 48,3) que da legitimidad a Trump, se manejó con un silencio sorprendente. Recién la tarde del día 6, en una llamada privada, Harris habló con Trump y recién después se comunicó con sus seguidores.
Incluso antes de que Biden se retirara, la asesora electoral que, pese a su protagonismo con Obama y Clinton, fue apartada de la campaña por su embarazo, sostuvo que Kamala Harris no era una buena candidata ni era el momento de que una mujer llegara al cargo. . presidencia. Otro éxito.
A pesar de todo esto, Estados Unidos no está ni polarizado ni desunido. ¿Estará fragmentado y habrá fragmentación en el futuro?
* Ph. D., Universidad de Cambridge, Investigador Asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Cambridge (Centre of Latin American Studies – CLAS).