La situación podría compararse con esas películas dramáticas en las que algo grave acaba de suceder dentro de la casa, pero la imagen muestra que algo aún más grave, que está sucediendo afuera, va a suceder muy pronto. La ficción juega con la realidad y, en ocasiones, la realidad juega para superar la ficción. En la última semana, organizaciones empresariales difundieron una estimación según la cual 16.500 pymes manufactureras desaparecieron en los primeros diez meses del gobierno de Javier Milei. Una media de 1650 mensuales que se mantuvo incluso después de la mitad del año. Casi simultáneamente, el Ministro de Economía anunció con el título «Importante» que, a partir de diciembre, se ampliará el límite de envíos de eventuales importaciones (courier), de 1.000 a 3.000 dólares por paquete, «dando la oportunidad a millones de ciudadanos elegir qué quieren comprar y dónde, de cara a las vacaciones.
A un lado de la puerta, dentro de casa, quienes sufren el drama, las PYMES que ven desaparecer a otras PYMES y saben que corren el riesgo de ser las siguientes, empiezan a convencerse de que, por parte del gobierno -por al otro lado de la puerta, afuera de la casa, no vendrá ninguna solución ni salida. Al contrario, se están planificando medidas que empeorarán el escenario.
Porque, por mucho que el discurso oficial insista en lo que vale la pena liberalizar trámites, bajar cargas u obligaciones y reducir algunos impuestos, estos empresarios pymes saben que nada de eso compensa una caída del 30, 50 u 80 por ciento en las ventas.
«Si tienes un bar con cinco camareros, y despides a dos porque no entra nadie, y yo, desde el gobierno, te bajo el Ingreso Bruto a cero, ¿volverás a contratar a los dos camareros?» Le preguntó Emanuel Álvarez Agis. a su entrevistador, quien respondió: «No, ¿por qué? Si no tengo clientes». «¿Ves? Tu problema no son los impuestos, tu problema es la caída del consumo», concluyó el economista.
Esto mismo se está reflejando en la realidad de muchos sectores de las PYMES, ya sea en el sector de la construcción, el textil, el alimentario o el del comercio y servicios. Los impuestos «excesivos» suelen aparecer en cualquier conversación con los empresarios como principal queja, y justo debajo de los «costes laborales» (compensaciones y cotizaciones). Sin embargo, cualquier análisis estricto de las causas de la salida de actividad (suspensiones temporales o cierres definitivos) de las pymes sólo sitúa esos dos factores (impuestos y costes laborales) en el sexto y quinto lugar del orden del «¿cuáles son?». los que más le afectaron.
¿Tan bajo? Sí. Y no es tan complicado comprobar que el principal mal para la actividad de las pymes, a lo largo del año, ha sido la caída de las ventas. En segundo lugar, con un nivel de impacto muy fuerte en los costes, ha sido el aumento de las tarifas. Casi no hay casos en los que estos dos factores no hayan sido los determinantes del cierre.
En tercer lugar, en términos de importancia como impacto negativo aparece el aumento de los insumos básicos. En este caso, con impactos diferenciados por sector. En cuarto lugar, pero con tendencia a crecer como factor negativo, se encuentra la apertura importadora. Justo detrás de los anteriores, sitúan los costes laborales y los impuestos como factores agravantes a la hora de determinar un cierre.
Esta ordenación de las causas del cierre sólo aparece en estudios confidenciales, tanto en el ámbito privado como en el público, pero no suelen hacerse públicos. Es extraño, ya que las quejas empresariales hechas en público apuntan más a los impuestos y los costos laborales que a las políticas oficiales de ingresos de la población que destruyen el mercado interno.
Este clima de “no protesta” facilita que el gobierno avance en la instalación de un modelo económico que, indiscutiblemente, excluye a las pymes, aunque no lo exprese. Fuera del debate público, e incluso del debate político, estamos asistiendo a un verdadero colapso económico. Repasemos algunas características del mismo.
El exterminio en las sombras
Al tratarse de una actividad tan fragmentada, es imposible tener cifras absolutamente exactas sobre el número de establecimientos que cerraron este año. Los 16.500 casos reportados por entidades empresariales se refieren a empresas patronales cotizantes que se encontraban inactivas ante el SIPA (registros del sistema de pensiones). Pero a ellas hay que sumar otras pymes sin asalariados registrados, ya sea porque son empresas unipersonales o familiares, o porque no los declaran (en negro). Entre los primeros, fuentes empresariales señalan que unas 10 mil unidades que funcionaban como quioscos o almacenes cesaron su actividad en estos meses.
Otro caso es el de las cadenas agroalimentarias. Un informe publicado por el Instituto de Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA) alerta sobre el aumento de las importaciones de alimentos y productos agroindustriales que se observa desde septiembre pasado. En un contexto de caída del consumo interno, el impacto de la desregulación de las importaciones, un dólar comercial planchado por la junta de Milei y la rebaja de diez puntos del impuesto PAIS, fue un aumento de los ingresos para el país en el rubro Alimentos y Bebidas. 41 por ciento en comparación con hace un año.
Si esta tendencia continúa -y hay varias razones para suponerlo- no habrá lugar para todos.
En algunas zonas ya se está comprobando y ante este último salto. En el sector productor de carne de cerdo, el año comenzó con 2.500 establecimientos registrados en actividad. A mediados de año (junio/julio), más de 750 ya habían abandonado sus estudios. Todas ellas, pymes, porque son las unidades productivas que «no tienen columna vertebral para aguantar seis meses, ni cuatro y en algunos casos ni dos, trabajando a pérdida», debido a una crisis del mercado interno. eso incluso provocó una caída. Precios nominales (deflación). Sin protección ni compensación del gobierno nacional.
Consultores y expertos señalan que «si desaparecieron más de 700 establecimientos registrados, hay que tener en cuenta que en total, contando los no registrados, debieron caer más de 2.000».
En el mismo artículo del IDAA, firmado por Javier Preciado Patiño, se señala que «la corriente liberalizadora llevada a cabo por el Gobierno Nacional aniquila mecanismos de preservación del trabajo agroindustrial argentino, como las Licencias No Automáticas para determinadas importaciones. En el caso de vino Por ejemplo, su eliminación lleva a los grandes actores del negocio a utilizar la amenaza de las importaciones para fijar el precio interno, en detrimento del sector vitivinícola y de las pequeñas bodegas.
Como ya ocurre con la marihuana y su importación desde Brasil, las grandes marcas nacionales venderán sus artículos con las etiquetas habituales, pero con el producto elaborado en el extranjero. Los grandes actores no desaparecen, pero sí sus pequeños y medianos proveedores. Aunque el público no lo registra y el gobierno nacional, obviamente, no lo contabiliza.