No debe sorprender la tendencia al estancamiento durante años de la economía argentina, convergiendo con la tendencia capitalista global hacia la desaceleración, compensada por crecimientos significativos en China o India, entre otros países que atrajeron inversiones extranjeras en los últimos cuarenta años.
Tras la crisis capitalista de 2007/09, la economía mundial ha venido creciendo a un ritmo más lento que en años anteriores y por ello la exacerbación de la iniciativa política de liberalización económica, que supone modificar regresivamente la relación entre capital y trabajo, el cambio de funciones del Estado para favorecer la rentabilidad de las inversiones y el estímulo de la transnacionalización del capital global, más allá de las sanciones unilaterales lideradas desde EE.UU.
El establecimiento de inversiones desde hace décadas, en China o India, entre otros “emergentes”, está asociado a la búsqueda de rentabilidad en territorios con mano de obra abundante, o mano de obra barata.
Con direcciones políticas diferenciadas en estos países, el desarrollo de las fuerzas productivas genera las condiciones de posibilidad para la competitividad internacional de los capitales ubicados en esos países, con interesantes consecuencias para el debate “geopolítico”, o correlaciones de fuerzas internacionales y disputas por la hegemonía. del sistema mundial del capitalismo.
El mundo cambia y con él el orden capitalista muta. El desarrollo científico y tecnológico, con su aporte actual centrado en la inteligencia artificial (IA), la robótica y las comunicaciones en la red global, reestructura las relaciones socioeconómicas globales, estimulando nuevos enfrentamientos en la dinámica histórica de la lucha de clases entre la burguesía transnacional que renueva su dominación y la clase trabajadora global, la base de la producción y circulación de la riqueza.
Todo esto interviene en las modificaciones culturales, ideológicas y políticas que se visibilizan con los avances autoritarios de las propuestas de extrema derecha, proceso que expresa globalmente el proceso americano bajo el fenómeno Trump, con sus respectivos correlatos en diversos territorios, el caso de Javier Milei. en Argentina, más allá de matices en la política pública enunciada por uno u otro.
Por supuesto, es un momento de manifestación de resistencias y luchas por otro orden socioeconómico en diversos territorios. Las expresiones señaladas se refieren a una lógica de enfrentamientos en todo el planeta, desde la “primavera” árabe, la consecuente lucha del pueblo palestino y el conflicto en Medio Oriente, la dinámica del Sahel en África, junto con la región latinoamericana y caribeña. luchas y experiencias. , a los que se suman los desplegados en el territorio del capitalismo desarrollado.
Argentina
Países como Argentina, con un desarrollo relativamente mayor del ingreso en la región durante la primera mitad del siglo XX, iniciaron un proceso de empobrecimiento en el último cuarto del siglo pasado (desde 1975), acumulando ya medio siglo (1975-2025). ) de tendencia al aumento de la pauperización, confirmando una estrategia del capitalismo local.
La ofensiva del capital define esa estrategia. Más allá de algunos momentos de este tiempo histórico, la tendencia se afirma en los preocupantes datos socioeconómicos de empobrecimiento, deterioro de los ingresos populares y pérdida de derechos sociales, individuales y colectivos. Una situación que impacta en el desmantelamiento de una cultura histórica de sindicalización y organización popular.
Esta ofensiva se manifiesta en cambios políticos en la representación institucional, donde los partidos tradicionales estaban perdiendo la capacidad de expresar sus imaginarios en programas predecibles, de ciudadanía y republicanismo en el caso del «radicalismo» y de justicia social y soberanía económica en el «peronismo». ”.
Que aún existan núcleos que reivindiquen esta tradición y representación simbólica no evita la realidad de filtraciones hacia nuevas entidades emergentes tras la crisis de 2001; en la disputa entre coaliciones que contienen las expresiones tradicionales de la política local, el kirchnerismo y el macrismo, hasta el presente desafiando un amenazante consenso en la atracción del líder libertario y su proyecto antipopular.
Las luchas del período son fuente de estudio para un nuevo grupo intelectual desafiado a renovar la síntesis de construcción alternativa frente a los cambios del capitalismo global en su especificidad local.
El resultado de la ofensiva del capital, a pesar de las resistencias, es la creciente desigualdad verificada en los datos sobre Argentina, confirmando la concentración de ingresos y riqueza en una minoría de la población, «nuevo núcleo de dominación», al tiempo que la base empobrecida se amplía, más allá de cualquier indicador de pobreza. El hecho es que los indicadores no son fiables, por diversas razones, a veces incluso deliberadamente, para ocultar los nuevos fenómenos de las contradicciones del capitalismo local.
La profundización de la explotación es el camino elegido por la burguesía, local y global, activa en Argentina. El objetivo es afirmar una tendencia hacia la equiparación a la baja de las condiciones de vida de la población, en relación con las vigentes desde hace décadas en otros territorios de América Latina y el Caribe.
Asociado a esto está la confirmación de un modelo productivo que profundiza el expolio de bienes comunes, especialmente los basados en la tierra, el agua, la minería o la energía, promoviendo un mecanismo productivo de inserción subordinada en la economía mundial.
El único límite a este proceso es la lucha popular y el surgimiento de un proyecto político masivo y alternativo de inserción, inexistente incluso en el imaginario social mayoritario. Estas no son opciones electorales “contra un mal mayor” para recrear la viabilidad capitalista del orden local.
La ultraderecha en su elemento
Milei es el resultado de ese largo proceso de iniciativa política del poder, que comenzó con la dictadura genocida y continuó en los ciclos de los 90, con Menem y de la Rúa, luego con Macri. Milei pretende coronar el proceso de reestructuración regresiva del capitalismo local, por lo que disputa la instalación hegemónica de un proyecto reaccionario con consensos ampliados, incluyendo mecanismos represivos extendidos, por supuesto con la complicidad del sistema institucional y mediático.
Esto requiere renovar la estrategia contra el capital. La base de esta estrategia son las experiencias de reproducir la vida cotidiana de millones de personas que son protagonistas de la solidaridad, la asociación y la autogestión, en diversos emprendimientos asociativos de tipo cooperativo, comunitario, colectivo, a veces solo para lograr la supervivencia frente a de insensibilidad a la lógica de la explotación y el saqueo.
La alternativa existe en la fragmentación de la experiencia popular, que requiere articulación en un proyecto político, no sólo de resistencia y confrontación, sino de disputa de un imaginario alternativo, en el sentido histórico de los explotados y dominados en la larga lucha contra el capitalismo. globales y locales. Es la izquierda, en sentido amplio, contra la derecha o el ultra en su nueva expresión, bajo las nuevas formas que hoy asume la contradictoria organización del capitalismo.
En el centro de la discusión está la lucha de clases, una categoría que debe recuperarse en estos tiempos de narración posmoderna. El capitalismo es lucha de clases, es poder a la ofensiva y contraofensiva de las clases explotadas y dominadas, en una dialéctica que se resuelve en la lógica de quién vence a quién.
* Doctor en Ciencias Sociales, UBA. Director de la Sociedad Latinoamericana y del Caribe de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA.