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Adolfo Benjamin Kunjuk - Diario Personal

En este rincón digital, exploramos la vida cotidiana con un toque de ironía y humor sutil. Entre noticias y reflexiones, vas a encontrar historias que desnudan las contradicciones humanas, todo contado con la cercanía de una charla entre amigos. Desde lo absurdo de la tecnología hasta los grandes temas que parecen manejados por los que menos entienden, aquí las cosas se dicen como son, sin vueltas y con un guiño cómplice.

Adicciones del tecno-capitalismo | Las influencias tecnológicas sobre los cuerpos

PorSilvia Ons

Mar 13, 2025



Según la casuistry con la que cuento, muchas adicciones actuales no responden, como los síntomas clásicos, a los avatares vinculados a la lógica edípica de la neurosis infantil. Y si pensamos en el tema «familias y drogas», tendríamos que localizar previamente los efectos del capitalismo en los lazos familiares. La familia no siempre ha tenido límites tan estrechos o una extensión tan restringida como la que tiene actualmente en los países occidentales. Ha sido durante los últimos dos siglos, con el desarrollo del capitalismo en todo el mundo occidental, cuando se ha vuelto más pequeño y más.

Ya Marx y Engels se quejaron de que los comunistas fueron acusados ​​de querer destruir a la familia, cuando estaba claro que la mayor amenaza que había pesado en la supervivencia de la familia era precisamente el desarrollo del capitalismo. A medida que los salarios han estado bajando a Marx y Engels explicó, ha sido cada vez más difícil mantener una familia con un solo salario. Los hombres trabajan doce y catorce horas en el turno de día o en el turno nocturno, las mujeres trabajan doce y catorce horas de día o de noche. En afinidad, Lacan aludió al síntoma social y dijo de él: «Solo hay un síntoma social, cada individuo es realmente un proletario, es decir, no tiene un discurso con el cual hacer un vínculo social, en otras palabras, semblante»(1). Estoy interesado en detenerse en esta fuerte declaración que dice que solo hay un síntoma social. Ser proletario es equivalente a afirmar el mercado exclusivamente como un valor de intercambio, en cierto punto de otro valor que no es fijado por el intercambio. En resumen, el interés, como moneda que aún está en circulación, logra estima por ese precio, obtiene un buen precio para la tasa de beneficios. Para Lacan, no solo es proletario que se considere clásicamente como tal, sino cada individuo y no todos los sujetos. Esta declaración se entiende si creemos que el proletario ha perdido por su inserción en el mercado al valor de uso, que es precisamente el valor subjetivo. Ya en la primera parte de la capital, Marx muestra cómo la relación entre los hombres adopta «la forma fantasmal de una relación entre las cosas»(2). Tal inserto cancela la capacidad discursiva que es la que permite lazos, entonces las relaciones entre los hombres serán determinadas por los lugares que ocupan en el intercambio.

En este momento del capitalismo ya no calvinista, sino tarde, debe pensar en los términos tan bien ubicados por Marx, pero también en las ofertas de consumo estimulantes de un disfrute ilimitado, ofrece que anulan el nombre del padre como regulador. Ejemplo: teléfonos celulares que proporcionan «hablar ilimitados», la mayor cantidad y más del consumo sin límite, las ofertas de productos que invaden teléfonos celulares, adicciones virtuales que crecen día a día y sin mencionar las ludopatías que aumentan incluso en la población adolescente.

Una de las funciones del padre es establecer un límite, un «no» que también sea una condición de posibilidad para su propio deseo de adherirse. En los casos que se presentan actualmente, notamos que el padre ha operado, pero que esta función ha sido prácticamente abolida, por lo que ahora se llama Techno-Feudalismo(3). No tengo un análisis aquí sobre la propuesta de Varoufakis y para preguntar si es el tecnologismo o el capitalismo techno, pero encuentro sus consecuencias a nivel clínico. Marx se anunciaron previamente y tal como dijo que el capitalismo fue el destructor de la familia, hoy diríamos que no es el patriarcado quien tiene valor hegemónico, sino el capitalismo techno. Por lo tanto, encontramos síntomas que no están asociados con la neurosis de los niños como lo describen Freud, sino con las influencias tecnológicas en los cuerpos. El nombre de padre no es el mismo que el patriarcado, ya que el primero es una función que regula y la segunda es un poder dominante. Sin embargo, vale la pena preguntar sobre las noticias de dicho dominio y si no debemos interrogar la validez de su deconstrucción. La deconstrucción ha tenido un perfil eminentemente político como rebelión contra los casos que centralizan el poder excluyendo la contradicción. ¿El discurso hegemónico se derrumba o adquiere nuevas formas menos visibles, pero no menos determinantes? ¿El patriarcado tiene tanta preponderancia?(4) ¿O la tecnología en su relación con la biopolítica como gobierno de la vida? ¿Es la adhesión a dispositivos tecnológicos que cobran tanta supremacía en nuestra existencia? ¿Y la dominación que ejercen sobre gustos, consumo, cuerpos, la forma de pensar, ideologías, etc.?

Silvia Ons es un psicoanalista.

Calificaciones

(1) Lacan, J., «La Tercera», Intervenciones y textos, trad. Julieta Sucre, J .L., Delmont y Diana Rabinovich, manantial, BS. Como., 1988, p. 86.

(2) Marx, K., capital. Libro I. «El proceso de producción de capital». Mercancía y dinero «, trad. Vicente Romano García. Madrid, Axal, 2000, p.103

(3)Varoufakis, J., Tecno-Feudalism, Ariel, 2024

(4) Es conveniente diferenciar el «padre» del «hombre». En principio, la palabra «patriarcal» se refiere al «padre», mientras que la palabra «machismo» se refiere a «masculino», es decir que no son equivalentes. Si «padre» tiene un estatuto simbólico que excede la reproducción: padre de una idea, de una nación, un movimiento, una doctrina, etc., «masculino» solo se refiere a un animal macho o un hombre en el que las cualidades tradicionalmente consideran masculinas, como la vigor, la virilidad o el poder que la fuerza da.

Es que el machismo presente en la violencia contra el sexo femenino es un signo de declive patriarcal ya que apela a la fuerza cuando no hay autoridad.

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